No sabes de tu capacidad de amar hasta que tienes hijos. Darte cuenta de que existe, sin siquiera verlo; imaginarlo, imaginarla; emocionarte hasta las lágrimas al pensar en su nombre; quedar irremediablemente atado a él, encadenado a ella desde el momento mismo en que atrapa uno de tus dedos con su mano.
Me encanta Salvador que expandas tu sabiduria y nos la hagas llegar. Gracias.
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Conozco a varios amigos que no tienen hijos. Y aseguran que no cambiarían su auto deportivo, sus viajes o lujos por estas pequeñas criaturas.
Creo que yo pensaba igual.
Pero desde el primer segundo en que nace tu primogénito, la vida te cambia, te sonríe… te hace más feliz.
Ahora, no cambiaría esa felicidad por autos, viajes o lujos.
Es un regalo de la naturaleza, del universo tan imperfecto.
Saludos
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Tanto me demostró su amor mi Papá,Que ahora entiendo de manera más sencilla lo que siento y lo que hago por mis hijos. Lo que mis hijos me ofrecen todos los días con el simple hecho de vivir. Y mi Mamá: ejemplo absoluto de bondad. Que tesoro más grande puede desear alguien, que el experimentar la paternidad.
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Muchas gracias, Martín; es un gusto saber de ti por este medio. Gracias por leerme y tomarte la molestia de comentar en mi Blog. Te mando un fuerte abrazo, con el afecto intacto, a pesar del tiempo y la distancia.
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