Es la repetición, la madre de la perfección
Nos transformamos en aquello que hacemos todos los días; somos lo que hacemos repetidamente. La Inspiración y creatividad innatas están sobrevaloradas; aun el artista más reconocido requiere de perseverancia y del apego irrenunciable al hábito de escribir, pintar, bailar y componer a pesar de no querer hacerlo, de sentirse indispuesto. Es la repetición constante la madre de la perfección.
Si bien lo anterior aplica para el arte y la ciencia, no es menos lo que la adquisición de hábitos hace en nuestras vidas. Si consumes alguna droga de forma constante, serás un drogadicto; si tienes el hábito de sólo encontrar lo malo y triste de la vida, te convertirás en un amargado. Ese es el poder que tienen los hábitos; es la razón para obligarnos a adquirir los que nos permitan crecer como personas y trascender positivamente en los demás. Abracemos más a nuestros hijos; no olvidemos ser detallistas con nuestra pareja; adquiramos el hábito de disfrutar, de compartir; obliguémonos a sonreir, a encontrar las perlas – a veces poco aparentes, pero siempre presentes – escondidas en cada acontecimiento de nuestras vidas. Seamos mejores, más humanos, más humildes. Adquiramos el hábito de ser felices.