No es amor lo que pasó en París.
La humanidad en contra de sí misma. La religión como excusa. Acabar con quien no comparte mi credo y mi dios; ojo por ojo. Poca esperanza en un mundo en el que no hay más verdad que la que uno defiende, sin importar el llanto y la muerte de los que disienten; de quienes, inocentes, coinciden en momentos y lugares «estratégicos» para sembrar el terror. Pasó en París, pero duele en todo el mundo.