Considerar anormal o aberrante todo aquello que salga de nuestra muy limitada forma de actuar y pensar no es permisible. Las muestras de intolerancia y homofobia disfrazadas de moralidad, envueltas en el manto de autoproclamados(as) defensores(as) de las buenas costumbres, en nada ayudan a crecer como sociedad.
La retirada del anuncio espectacular con la fotografía de dos hombres besándose que acompaña al eslogan “Mil formas de amar, una sola de protegerse. ¡Usa condón!” y que forma parte de una campaña del Gobierno Federal para prevenir las enfermedades de transmisión sexual, nos ha mostrado una faceta de nuestra sociedad hidrocálida en la que tenemos que poner especial atención, trabajar en ella y corregirla. En pocas palabras, se trata de la intolerancia hacia la homosexualidad, aversión que ya no se justifica en los tiempos que corren.
Como tampoco se justifica considerar la homosexualidad como una enfermedad. Por eso en 1973 fue descartada del Manual Diagnóstico y Estadístico de las Enfermedades Mentales que edita la Asociación de Psiquiatría de los Estados Unidos. También se eliminó de la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud en 1990. Esos son los referentes por los que tenemos que empezar…
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